Los hijos de la vieja política juegan a lo que su madre les enseña.
Nosotros, hijos de nadie, queremos jugar un juego nuevo.
Un juego donde no se compite por espacios de poder o por protagonismos egoístas.
Donde nadie habla desde arriba y todos dicen desde abajo.
Por eso la palabra de uno vale igual que la palabra de una y la palabra de otro igual que la de otra.
Y así, en este juego, sumando palabras que nacen diferentes pero del mismo lugar, tenemos mucho más que la simple suma de esas palabras.
Es muy otro este juego porque uno no gana si no ganan todos.
Entonces, para ganar, no se suman puntos hablando sino escuchando.
Y como la palabra de uno crece en el oído de los demás, en este juego muy otro, tenemos mucho más que la simple suma de las palabras.
martes, 4 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario