Entre el día y la noche construyo instantes que retornan al inicio para crear el primer instante de un nuevo día. Son instantes plagados de mimbres y duraznos. Se diluyen en el manto gris del abandono. Entretanto, sigo con la llave escondido bajo la lengua, esperando ver sangre en tus cerraduras.
Al fondo, imperturbable, aguarda un carruaje de nubes nocturnas y ciudades recortadas en horizontes fingidos. Detengo el tiempo. Deberás, amor, darte prisa. Miro en derredor, consulto mi cronómetro. Efectivamente, tal como había previsto, a las cinco de la tarde, se callaron todos los relojes.
Al fondo, imperturbable, aguarda un carruaje de nubes nocturnas y ciudades recortadas en horizontes fingidos. Detengo el tiempo. Deberás, amor, darte prisa. Miro en derredor, consulto mi cronómetro. Efectivamente, tal como había previsto, a las cinco de la tarde, se callaron todos los relojes.
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